Historia
Guijuelo se encuentra a 48 kilómetros al sureste de Salamanca por la nueva Autovía de la Plata A-66, junto al río Tormes, rodeado de la incomparable belleza natural de las sierras de Béjar, de Francia y de Gredos. Precisamente, las características del relieve y del clima junto con la tradición más artesanal han propiciado que Guijuelo reciba, nacional e internacionalmente, el sobrenombre de 'Cuna del Jamón Ibérico'.
Siguiendo las pautas marcadas por el historiador local David Hernández, los orígenes de Guijuelo son anteriores a la llegada de los romanos a los que siguieron los suevos y los visigodos, según los numerosos restos arqueológicos encontrados. Tras el paso de moros y moriscos (destaca la batalla librada entre moros y cristianos en Fresno Alhándiga, a 17 Km. al norte, en el año 939), hubo que esperar a la repoblación de Ramón de Borgoña en 1.100. Guijuelo pasó a formar parte del Señorío de Salvatierra de Tormes que, en 1.429, fue donado por el rey Juan II al Ducado de Alba. Mención aparte merece “El Torreón” que fue levantado en esta época.
En 1.534 Guijuelo contaba con 124 vecinos que al siglo siguiente, en el censo de 1.620, quedaron reducidos a sólo 70 debido a las hambrunas, la peste y la mortalidad infantil. Fueron tiempos difíciles para los guijuelenses que apenas crecieron en 19 vecinos en más de cien años, tal y como demuestra el censo realizado por el Marqués de la Ensenada en 1.754. Los primeros años del siglo XIX estuvieron marcados por la Guerra de la Independencia y la famosa Batalla de Arapiles que tuvo lugar junto a la localidad del mismo nombre, a 25 Km. en dirección norte. Aunque el triunfo cayó del lado español, dicho combate dejó numerosos huérfanos y viudas en toda la comarca por lo que no resultó fácil recuperarse del paso de la “Francesada”.
Fue a finales del siglo XIX cuando llegaron los esperanzadores cambios que habrían de convertir a Guijuelo en la villa industrial que ahora es. Sin duda, uno de los saltos cualitativos más importantes se produjo con la llegada del ferrocarril en 1896, a través de la línea de Mérida a Astorga (desgraciadamente cerrada desde hace 20 años). La construcción del tren y su parada en Guijuelo trajo consigo el establecimiento de una oficina de correos y, posteriormente, de telégrafos. Todas estas mejoras contribuyeron al progreso de las comunicaciones del municipio a todos los niveles y, por lo tanto, favorecieron las relaciones comerciales.
El progreso del municipio era imparable, sobre todo, gracias al enorme esfuerzo y el trabajo de los hombres y las mujeres guijuelenses, infatigables e inasequibles al desaliento. A principios del siglo XX, Guijuelo vivió una época memorable, plagada de iniciativas donde nombres como Abdón Rodilla, Vicente Jaén, Domingo Jiménez, Julián Coca, María Briz y muchos otros dejaron honda memoria en la historia de la localidad. Cabe destacar que nuestra localidad fue la primera población en contar con red de alcantarillado en la provincia tras Salamanca (1920) y pionera en la construcción del suministro de agua, sin olvidar la electrificación del pueblo que finalizó en 1917.
El 15 de agosto de 1909 fue inaugurada la plaza de toros por todo lo alto: sobre la arena, Corchaíto y Chiquito de Begoña; de frente, toros de Coquilla. Ese mismo año también se inauguró el edificio del Reloj (antigua sede el Ayuntamiento) y, además, Guijuelo recibió el título de “villa” de manos del rey Alfonso XIII gracias a la intervención del diputado bejarano Anselmo Olleros. Posteriormente, en 1934, los escolares guijuelenses inauguraron las nuevas instalaciones del colegio Filiberto Villalobos, llamado así en honor al entonces Ministro de Instrucción Pública y nacido en Salvatierra de Tormes, que hizo posible esta obra. Otra fecha importante para Guijuelo es el 28 de mayo de 1958 con la apertura y bendición de la nueva iglesia parroquial “Nuestra Señora de la Asunción”, construida gracias al apoyo y los donativos de todos los guijuelenses.
Un suceso terrible viene a enturbiar el recuerdo de los vecinos que, incrédulos, asistieron a la dramática explosión de la conocida como “casa de la tía Pola”, aquella fatídica tarde del 15 de agosto de 1967. Un gas denominado “bobolina”, usado para la conservación de los jamones, fue el culpable de que una quincena de guijuelenses perdieran sus vidas, de los cuales muchos eran niños, en esta horrible catástrofe.
El comienzo de la industria chacinera en Guijuelo se remonta al siglo XIX cuando los primeros artesanos del cerdo ibérico realizaban el trabajo de forma rudimentaria. Prácticamente todo el trabajo se realizaba en la calle, desde el sacrificio del cerdo pasando por el churrascado hasta el despiece final. Después se procedía a curar los embutidos, previamente embuchados por las mujeres, al humo de las chimeneas y a salar los jamones y paletas para su posterior consumo o venta, realizada por los antiguos arrieros que, sobre sus monturas, recorrieron gran parte del país.
En la actualidad, Guijuelo se ha convertido en el núcleo central de la industria chacinera, siendo líder en el sacrificio, despiece y transformación de los productos del cerdo ibérico, donde se asientan más de 200 industrias cárnicas, todas ellas dedicadas en exclusiva a diferentes procesos productivos del cerdo ibérico. Mataderos frigoríficos y salas de despiece donde se conjugan las nuevas tecnologías con la tradición más artesanal en el sacrificio y aprovechamiento de las distintas partes del cerdo ibérico. Saladeros, bodegas y secaderos para realizar la salazón y el posterior curado de los jamones y paletas ibéricas. Industrias elaboradoras de lomos y embutidos. Empresas de loncheado y envasado para su distribución final e industrias transformadoras de grasas, forman el extenso entramado que constituye la industria agroalimentaria de los productos del cerdo ibérico.
La pieza estrella sin duda es el jamón ibérico de bellota, que se obtiene de los cerdos criados a base de montanera, alimentándose de bellotas y pastos. Su excelente calidad, sabor y aroma únicos lo convierten en un producto exquisito y delicioso para el paladar. Se distingue por su caña estilizada, una pezuña de color negro y las infiltraciones de grasa que conforman el característico veteado. Además por su bajo contenido en sal está altamente recomendado en todo tipo de dietas.
Durante todo el año se celebran en la villa multitud de actividades culturales, tradicionales, deportivas y artísticas como las “Jornadas de la Matanza Típica” en febrero; las fiestas patronales en honor de la Virgen de la Asunción en agosto.
Una de las citas más destacadas del calendario guijuelense es la Feria de la Industria Cárnica (FIC) que se celebra cada dos años: un encuentro tecnológico de maquinaria industrial cárnica que tiene una excepcional acogida entre los profesionales del sector.
Por todo ello, Guijuelo se ofrece como puerta abierta a la mejor gastronomía donde se pueden encontrar interesantes rutas siempre con el jamón ibérico como protagonista. Sin olvidar su rica oferta cultural y turística que dotan a la villa de un mayor atractivo para todos aquellos visitantes que deseen disfrutar con la reconocida calidad de sus productos ibéricos en un entorno inmejorable.
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